miércoles, febrero 20, 2008

Aprendo equivocándome


El tema con mi papá era el por qué llamar "equivocación" a esas experiencias de las que se aprende, nuestra conclusión era que el peso negativo de la palabra es causado por los juicios y lo poco que nos demoramos en condenar a quienes se equivocan, recordé las veces que lo he condenado tras una equivocación y las veces en que me he condenado a mí mismo, las veces que he condenado a otras personas, y ellos a mi. Por un tiempo a lo mejor me perseguían todas esas equivocaciones, una tras otra las repaso cada cierto tiempo, aveces me gustaría saber si a esas personas a las que, alguna vez, consciente o inconscientemente, les causé daño... están bien ahora... y si las personas que me lo causaron a mí, les gustaría saber lo mismo, a lo mejor eso es un pensamiento ingenuo, pero esperanzador. Algunos me lo han hecho saber, otros no, la mayoría ya a estas alturas me causan risa (ojo: la risa es un sinónimo de superación, no confundir con burla), porque son cosas para mi ya del pasado. Muchas de esas personas que son parte de mi historia, me enseñaron que detrás de una equivocación hay una enseñanza, aparece esa lección, esa frase que dice "espero que con esto aprendas...". Si, aprendí, y no me arrepiento, no sería quién soy si muchas de las equivocaciones he tenido, no me hubieran pasado. Cada vez que dentro mío siento que viene un cambio importante, hago un repaso hacia atrás, porque sé muy bien que un proceso y una etapa se termina, y no quiero sentir esa sensación de cuando sales de la casa y no te acuerdas si cerraste o no la llave del gas, porque un simple detalle como ese, puede destruir un hogar... una vida. Sin caer mucho en el drama, mi reflexión está dirigida a la fuerza de la vida, de la cual probablemente salga herido si fuera guerra, pero he elejido no ver la vida desde ese punto de vista, optando por un camino propio, que se forja peldaño a peldaño... peldaños de una escalera que estoy seguro conduce a muchas verdades, sin encerrarme en pensamientos dogmáticos, escuchando, y poniendo en práctica mis convicciones lo qué más pueda, enfrentándome cada día a distintos desafíos... así es cuando se sabe lo que se quiere, cuando se tienen claras las metas.. "Gaviota que ve lejos, vuela alto" dice Richard Bach. Mi guía es el corazón, parado con mochila al hombro, frente a infinitas posibilidades, infinitos caminos... pero este jóven corazón muchas veces me sorprende, me encanta con su sentir, me indica por dónde seguir, iluminando mi espíritu cada vez que logro entender cuál es la diferencia entre saber "cuál es el camino" y "recorrerlo".

Así comienza la historia de cómo te lo hago saber...
Un momento en que el tiempo se detiene...